martes, 25 de agosto de 2009

Antolofagia II



CAOS

Edificios de la memoria en llamas,
ojos alambrados por la lluvia y el odio,
un libro negro de hojas muertas,
boca de alfiler en alquiler de besos,
desmayo del cuerpo oculto en el espejo…

Memorizar el silencio de noche
en el desnudo ropaje del sueño,
disparo de una palabra articulando el miedo,
la luna en un cenicero,
y el 11 de Setiembre
inaugurando escombros
y cementerios.




LO QUE ME DIO BUENOS AIRES


Vino blanco a las tres de la tarde,
un complejo asesinato de silencios,
una hora almenos de sueños insurrectos,
el café, el diario, la melancolía sin remedio,
una mujer al lado, sin labios, sin espejo,
de nubes decorado el cuerpo.

Soledad de Buenos y un retrato.




ANTEOJOS SOBRE EL LIBRO


Anteojos sobre el libro
custodian
las puertas visibles
del silencio,
y sólo leen aquello
que se resiste
a estar muerto.

MADAME LA MORT

A Manuel Mujica Lainez


Pálido llanto de azulejos
y azul y lejos
la parcela de un mundo
en el cuadrado perfecto.

Es verosímil
y felizmente risible:
para salvar a un niño
Madame La Mort
ha sido burlada
por un Hombrecito.


NATALIO RUIZ

Recordando a Sui Generis

Natalio Ruiz
se saca el invierno
del sombrero
y gris la boca
del agujero
en ella caben
las hojas de los árboles
y los sueños del verano
en el poema de paloma
de una canción lejana.


“JUANITO LAGUNA”
A Antonio Berni


Juanito Laguna,
en tu boca
nada un barco de papel,
en el papel
palabras de silencio,
y en la piel de los silencios
un grito que nace
para vencer el hambre,
las sombras y el frío
con un sueño que borre
la tristeza del naufragio
en tu alma de niño,
húmeda en la lluvia
y en los ojos del que ignora
su propia miseria.

NO QUIERAS ENCONTRARME

No quieras encontrarme culpable
para dibujar una sonrisa en tus ojos y salvarte,
temblar entre mis brazos un instante,
y volver con el temblor del frío al viejo mundo
donde escondieras el calor de tus afectos en las piedras,
donde mi amor hirió la muerte y me hizo presa
de los labios secos de la tumba.

No quieras encontrarme;
aquí blanquea el aire vivo
el tibio amanecer sin los cuchillos de tus manos,
y puedo ver las bahías desoladas
sin merecer la ingrata lástima
de tu mirada esquiva y subterránea.

En este sitio no lastiman
los soles crepusculares
que en los ocasos brillan,
tomando en paz el fruto que madura
sin el agrio lagrimar dentro de mis labios,
abrazándome en silencio a las palabras
sin caer hambriento…

No quieras encontrarme,
vuelve a tus paredes blancas,
a tus espacios reducidos,
a los jardines del otoño,
a los claveles y rosas
del persistente recuerdo.

Vuelve y no me encuentres
en los sillones altos,
en las persianas grises.

Deja que mi terrible llanto se suceda,
crepite o muera
dentro de la fría tumba del olvido.

HAY QUE DORMIR APURADOS

Hay que dormir apurados
los ojos apenas sumergidos
en el sueño
la boca convertida en caramelo
los brazos y los pies
ligeramente desmayados
el cabello libre sobre el rostro
de la amada o el amado.

Hay que dormir apurados
no sea que Ella nos sorprenda
y ya no podamos despertarnos.



SONETO DE MUJER Y LLUVIA

La lluvia verterá su llanto frío
en mi boca de sombra amanecida,
dará al silencio voz y piel de río
y besará tu pie de rosa herida.

Confundirá los muros desleídos
con la tinta en mi rostro envejecido,
por buscar en las calles tus latidos,
tus pisadas de canto anochecido.

Vendrá con coplas a sembrar los tilos,
a perfumar mi insomne, oscuro oído,
y a esperar a que tu paso corte hilos
de su brazo de alfiler ya caído…

Poesía de mujer, papel desnudo,
te protege la lluvia, ella es tu escudo.

MAESTRA: CORAZÓN DE LIBRO

El niño con sus ojos muerde
la sombra del silencio
y abre tu corazón de libro
herido por el sueño y el latido
que el espejo del recuerdo torna en río.

Te sabe Madre, ave peregrina,
que le enseña geografías y alfabetos
del paisaje rumoroso de sierras y de montes,
fragante la madera de los árboles
para guitarra alegre en manos de los pobres,
y flores con esencia del verdor de primavera
en los huesos escarchados del otoño,
y los sudores de harina que endurecen la luna
y las fatigas del alba…

Guardapolvo candoroso de paloma,
tiza, pizarra y eco de campana,
siembras con palabras la vida que exilia
la prisa bulliciosa…
Sabio reposo que mañana el niño,
hecho hombre,
cosechará en su alma.



RESPIRA

Respira en la pupila
del que mire tu fotografía
mudar de guardarropa
de escenografía
de piel y de ceniza.

Camina
adelgaza la mirada y mira
cómo cambia aquello que miraba.

Respira complacido/
complacida por el nuevo día
que aquello que te falte
no sea tu condena
ni el hambre del que sufre
tu comida.

Desnúdate y sé la sombra futura
que oxigena y late con un alma
cuando se juntan muerte y vida.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Textos de mi abuela Silvina Avalle





ROSITA

Una tarde en que el sol, caminando al horizonte, apenas doraba las puntas del trigal, trajeron a casa una vaca preñada, de pelo overo rosado, que llamaban “Rosa” y que a pocos días parió una ternera de su mismo pelo, a la que llamamos “Rosita”. Se crió fuerte y sana, era un hermoso animal a imagen de su madre. A su tiempo tuvo una cría hembra del mismo pelaje y la llamamos “Rosilla”; así que teníamos a Rosa, Rosita y a Rosilla; después tuvieron dos crías más: hembras pero de pelo colorado; los terneros los vendíamos. Eran muy buenas lecheras y llegaron a quererse tanto como si fueran de la familia. Rosita jugaba con nosotros, a su manera por cierto, y daba la impresión que disfrutaba y nosotros también. Nos poníamos delante de ella con los brazos hacia delante, entonces Rosita bajaba la cabeza mostrándonos los cuernos, e inclinádola hacia ambos lados y con un pequeño movimiento con las paletas como si fuera a avanzar; entonces nosotros salíamos corriendo a los gritos como si tuviéramos miedo. Supongo que ella se reiría de nosotros, así terminaba el juego.

Hoy en esta tarde sin sol, ni trigal, con un oculto horizonte por altas casas de una ciudad asfaltada, de veredas sin pasto, ni vacas, con automóviles veloces por sus calles, vienen en bandadas de recuerdos aquellas imágenes de nuestra juventud. Y allí está Rosita, aquella vaquita querida. Está enferma de aftosa sufriendo el ardor de su boca llena de llagas, con una fiebre que la mantiene echada sin voluntad de levantarse.

Éramos a la sazón tres mujeres solas y no sabíamos cómo curarla, por lo cual pedimos ayuda a quienes sí sabían. Nos dijeron que debíamos romperle las llagas con sal gruesa. Tomé coraje y arrodillada a su frente, con un puñado de sal gruesa, me dispuse a curarla y, ¡lo increíble! abrió su boca para que yo le rompiera las llagas que le dolían, mientras dos lagrimones, como esos globitos que forma la lluvia cuando es copiosa, resbalaron dolidos y silenciosos por su carota querida, y en el espejo de sus grandes ojos vi los míos imitándolos.

A pesar de tanto dolor, no mejoró. Para animarla me puse delante e hice como cuando jugábamos y su amor y valentía me impresionó al verla mover muy despacito a ambos lados la cabeza respondiendo al juego; me pareció que tenía una mirada sentida y tierna de despedida.

En nuestra desesperación fuimos en sulky nuevamente al Pueblo Nuevo a ver qué otra cosa se podía hacer para curarla, y cuando volvimos encontramos a nuestra madrina esperándonos en la puerta. Llorando nos dijo: “Rosita murió”, y en un apretado abrazo lloramos las tres.





MAMÁ

¿Qué fue lo que vivimos:
Un continuo desencuentro
Un abrazo, un frío acercamiento?
La misma sangre, el mismo aliento
Éramos tú y yo;
Los demás y el destino
Se empeñaron en separaros.
Siempre había algo
Que nos impedía el regreso,
Sin embargo fueron tus ojos
Heridos por las sombras
Los que nos cobijaron en el punto
Final del poema,
Mientras en mi puerta
Se ahogaba el eco de tu adiós.

SOLO

En medio del tiempo y el silencio
Escucha sonidos que no oía
Las sombras huyen en dominó desliz
Desnudo, trata de asir
La ropa de la vida
Que un viento frío le robó
Y esquivo a miradas compasivas
Como un caracol
Se recoge solitario.


SOY

¿Seré bramido de leones
Y panteras en contienda
Arrullo musitado en oídos
De la arena
Caminos borrados con mis huellas
O conductor de naves a destino?

¿Guardián de perlas y madréporas
Tejedor de marejadas laberínticas
Lágrima inútil en la cara de la luna
Y fosa del sol suicida?

Soy todo eso y más
Porqué soy el mar
Y siempre he sido.

Silvina Nélida Avalle

martes, 11 de agosto de 2009

Antolofagia

HOGAR ESCUELA

“…las palabras de un niño, llanas, francas, desarmadas
como mi pena…”
JAQUES DERRIDA

Fuiste la madre que no tuve
cobijando mi sueño
en la inmensa, fría noche
del abandono y el duelo
de afiladas lágrimas de lodo.

Por tus largos, angostos pasillos,
mis pasos conocieron
el agitado pulso de la soledad,
leyendo las paredes de los libros
y el silencio de la caricia
en ojos femeninos…

Deambulé por la geografía
vegetal del parque;
los pájaros amigos me dieron
plumas y tinta de su cuerpo
para escribir la desnudez de sombra
en mi alma herida.

Recuerdo
emprender la marcha al dormitorio
y no encontrar un beso
en mis sábanas dormidas;
a la mañana,
saludar al sol y a la bandera,
rota el ala del ave
en la inocente tela del guardapolvo;
el claustro, el puntero
y los ojos insomnes de la pizarra…

Pese a estas cadenas demoledoras
conservo la mirada y la sonrisa puras,
y observo por la ventana el pasado
con cierta nostalgia
y dolor renovado en primaveras.










LA PRIMERA PIEDRA

(Inspirado en un dibujo de QUEVI)

Olvidaste la cruz crucificando al ángel

en el cometa corriente de tu reloj biológico
embarazada de cicatrices en el alma.
Y no te culpo por abandonar mi llanto
en la calle de lodo.

Dios que te condene y los hombres te repudien.
La primera piedra me la guardo
para penas futuras.




LA VOZ DE LOS POETAS

Tus veredas agigantan la luz de la arboleda,
tus parques sueñan unir el labio vegetal
con la boca azul del Río Quinto.

Tienes quien te cante
con resuellos de guitarra
en los crepúsculos:
ora las campanas balanceando la voz,
el eco de los vientos,
ora los pájaros que se visten de gente
con moño rojo y traje de poetas,
exudando tinta sus alas,
las arterias que conducen a tu puerta.

Yo te decoro el cuerpo
con asfalto de límpido cielo,
los ojos con pentagramas de piano,
los pies con el sonido del tren aventurero…
y te leo como a un libro en la soledad del ocaso,
en la casa paterna, oyendo el violín de lluvia
que cae en el zaguán del limonero.

De amarte menos el olvido dirigiría
el cardinal aplomo del silencio
para envolverte y guardarte detrás
de las pálidas sombras del cerrojo.

Mercedes, ¡tronco vigoroso, frutal, humano!,
¡Villa del milagro!,
¡hago mía la voz de los poetas…y te canto!














TE CANTO

Mercedes, tronco vigoroso, frutal, humano,
hago mía la voz de los poetas y te canto
con la voz del pájaro en su árbol meridiano;
árbol condenado a ver, oír y darlo todo
desde la copa a la raíz, envuelto en vientos,
presagios, esperanzas que descansan a su vera
y se yerguen como el vuelo de la abeja
sobre la dicha de la miel y su trabajo cotidiano.

Te canto besándole los pies a los silencios,
a las sombras, a los nacidos del fuego
y engendrados en el barro
con voz de Calle y Río;
descalzo de materia, desnudo de ambición,
blanca la palabra hasta la médula
con el pulso del alma en la semilla,
en la rueca, en el telar, en la boca del alba,
por la vida que comienza en tus espaldas,
milagro de ciudad que te levantas
y haces tuyas las fatigas, descontándolas.

Te canto los excesos de heridas pasajeras
que se han muerto,
o son gotas de lluvia o son arena
ante la núbil caricia de tu espejo:
memoria y piel de sementera.


COLEGIO NACIONAL

¡Qué locas sombras éramos entonces
las aves del Colegio!:
golondrinas en un árbol de ladrillos;
en la boca primaveras,
en las alas sueños,
la vida en el pupitre:
Ficciones de Borges,
Rimas de Bécquer.

El guardapolvo y la corbata extenuando
viejas rutinas adolescentes:
ensayar una palabra
que trafica sinfonías del amor perpetuo,
empuja al paraíso de la calle
al inestable corazón
y el alma al limbo
cuando se dice adiós en los semáforos,
sin prólogo ni epílogo;

esconder la mirada en los bolsillos
y encender los ojos, largos cigarrillos,
en los recodos de pasillos,
y en el patio-laberinto
burlar al preceptor y sus consejas
de Don Juan o Lazarillo,
ciegos y ebrios de juventud,
oyendo la campana en el eco del viento,
y en el viento un coro de chicharras
y “el clavecín del sapo”;

y fumar, fumar despacio
el tiempo eterno del minuto
para robarle un beso a lo prohibido,
una rosa virginal, un secreto…
y borrarle al pizarrón arrugas,
y arrugar los latidos del dolor
con los latidos de la luna;

y beber de la flauta el sonido,
y del silencio los arpegios
“de labios sobre labios”…

¡Qué locas sombras éramos entonces
las aves del Colegio!...



ESCASA MUERTE PARA UN POETA

(Inspirado en “El Poeta murió al amanecer”, de Raúl González Tuñón)

Luz en el patio
interior del párpado
cadáver de palabra
sobre el labio.

Alma sin llave
y un libro de poemas
en la calle.

Sombra del alba
que persigue la del ocaso
irá a tu entierro
y con ella
la pluma blanca
de un pájaro.


LOS SILENCIOS DE LA NADA

“Se escribe/como se muere o se olvida
perdiéndose en la búsqueda”
Hugo Mujica

Se nace con la angustia
y los ojos de la espera
un día entre las flores y la música
como semilla debajo de la tierra.

Se escarba en los silencios de la nada
y las raíces se curvan
y ascienden a la copa
de un libro de hojas nuevas.

Se llora cuando matan las palabras
y la lluvia crepita con boca de ceniza.

Se escribe se maldice y ama
con olvido de buscarnos
un sueño que nos salve del sentido…

Y acaso encontremos
un dolor que nos reciba
cuando hayamos muerto.



ALMA DOLIENTE

“Este horrible deleite de hacer mío
Un inefable, apasionado rastro.
Este silencio de alma en que me escudo
Este dolor mortal en que me abismo.”
Alfonsina Storni


Quien vio tu desnudez marina
vio correr detrás de ti
la dentellada de las olas,
y en la mudez doliente de tu boca
abalanzarse el grito de gaviota herida.

Tenías en el pecho clavados
un puñal de sombra y un puñal de lirio.

Nenúfares, caracolas, sirenas coribantes,
pies de nácar, hipocampos,
te llevaron al abismo,
la última morada de tu exangüe aliento.

Fue el mar un lecho taciturno,
cenotafio de musgos y silencio,
mortaja azul donde nacía el cielo.

Un inefable rastro de fuego
dejaron tras de sí tus pasos:
dolor y luz, oquedad e inenarrable llanto…

Tu alma, prieta boca inabarcable,
extenuó la piel y las pupilas
de un poema blanco bajo el agua;

deleite horrible, apasionado,
de encontrar en la muerte
lo que te fue negado.

CADA POEMA

“Cada poema es un pájaro que huye
del sitio señalado por la plaga.
Cada poema un traje de la muerte
por las calles y plazas inundadas”
Álvaro Mutis

Cada poema huele a cuerpo que lo contiene
Pájaro que se pregunta por el cisne
Vive y muere señalando un sitio
En el índice de un libro fértil y futuro.

Cada poema desintegra la nada y la re-crea
Bocanada de aire en boca se desnuda y viste
Y hace el amor con los sobrevivientes
Hombres y mujeres exiliados del papel corriente.

Cada poema un lampo febril, aguja en el pajar
De la demanda, una utopía, el ojo abierto de una llave.

Cada poema respira de la calle
Las inalcanzables luces de un reloj inexistente
En los semáforos risibles de la muerte.


HOMBRES DE MAÍZ


Hombres de maíz forjó la América,
desde Cuzco, trashumantes,
por el cordón umbilical
de la sólida raíz del Ande;
tez morena y ágiles brazos,
libres como el aire,
herederos de la tierra cobijando al ave.

Era la edad del Sol,
Padre soberano del Inca,
de Quetzalcóatl y de Manco Cápac
que hizo posible arar los campos,
horadar el barro
y las cuencas del maíz hervido
para la fría boca del hambre,
ora en el invierno, ora en el estío.

Granos amarillos, relieves de mazorca,
heridos por las flechas cristalinas del rocío
apenas el Inca Viracocha
enseñó el trabajo del cultivo
a sus descalzos hijos hermanados por el oro
de suntuosos brazos de luciente trigo.

También fueron cultivadas las palabras,
los silencios vegetales
multiplicados por el eco
y el espejo musical de la raíz y el cielo
en las altas frentes, los labios y los ojos,
como vino y como pan del pueblo,
siguiendo la sombra, el hilado,
el latido de la tierra,
el sueño y el vuelo de los pájaros.


FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS (1.474-1566)

“Se estruja las sienes persiguiendo las palabras que asoman y huyen.”
Eduardo Galeano

“…eran sus hijos todos los indios americanos.”
José Martí


Fray Bartolomé de Las Casas

denuncia el filo de la espada
que grita y mata;
la tortura, los ríos de sangre,
los perros de caza y la carne viva
que el fuego devora,
los grilletes, bocas de acero,
que reducen y esclavizan
al indio en “encomiendas”
y lo hunden en purgatorio
de miseria y silencio;
y con tinta que es como el llanto,
negras huellas de bronce y de barro,
hunde en las palabras el ocaso,
y es todo noche su clamor
en calendarios ciegos.

Quiere desterrar el odio
del corazón humano
y sólo alcanza en la bruma
un consuelo fugaz y vano:
el vuelo de los pájaros
que surcan la mar
como las proas de los barcos.


EXTERMINIO (¿CIVILIZACIÓN O BARBARIE?)

El imperio de Calfucurá ha roto
el grito por el arma blanca. Lanzas
sepultadas, cenizas donde el coto
a la muerte son las propias matanzas

y el cruel exterminio; bárbaro sable
que corta de Leuvucó las morenas
cabelleras para impedir que hable
el viento negras verdades y penas.

Pampa o desierta sombra del silencio
a la hora en que escamotea el ocaso
la luz a los ojos de otro silencio…

Tierra Adentro, espejos de agua abren paso
por la falda de Laguna del Cuero.
Muerto Mariano, el llanto es del lucero.



INTI HUASI

Boca de Piedra, háblame
de la estrella roja
y los seres que te habitan,
cuéntame del Tiempo y sus enigmas
cuando detuvo su corazón de rayo
y posó filosos ojos
de espinosa lluvia en tu piel
y tu útero de sombras.

¿Qué manos hilaron
este mapa de símbolos,
a qué dioses invocaron
y dieron el cultivo de la sangre
y sus hijos,
estrellas de greda y de barro?

¿Ayampitín era el linaje
que en tu cuerpo buscaba guarecerse
para escapar del paso
escabroso de la muerte?...

Háblame, Boca de Piedra,
de la luz que te alimenta,
del trueno de la palabra
oculto en la imagen que te araña
(oculta la imagen
tras el musgo en la piedra)…

El chamán regresa
y desentraña tu misterio:
el silencio es un río,
una mujer en una barca;
lanzas, guanacos,
venados y flautas,
arcilla, maíz, algarrobo y agua
enmarañan una danza antigua
en hogueras de fuego bajo la luna,
y te desnudas gruta
como una semilla milenaria
de luciérnagas de cuarzo y mita,
y brillas con magia propia
en las faldas de una Montaña,
madre de tu soledad
y del sueño incrustado en tus ojos
que narran la edad del pasado
y el latido del viento en tus venas.

Inti Huasi, Boca de Piedra,
Hechicera originaria,
yo te saludo como el ave
que fragiliza el aire en la pendiente,
y me convierto en eco
susurrando el canto de tu vientre
el puma, el oscuro insecto
y la serpiente.















CRISÓSTOMO

“... su existencia, pudiera compararse a la curva
sinuosa y fugaz que traza el fuego de un relámpago”
JUAN MARÍA GUTIÉRREZ

¡Qué pronto se apagaron tus ojos
En la sombría y fría mortaja de agosto!
Si eras un joven río, un pájaro niño,
Un sueño nacido a fines de enero;

La idea resonando infatigable en tus oídos;
Un puerto, un árbol,
Un camino multiforme e infinito.

Fruto del valle de La Carolina,
Cuerpo de palabras,
Boca de oro,
Crisóstomo…

Espejo, arquetipo, en ti los rostros
De la Patria emancipada,
Los libros y Dios conjugando la imagen
Del Hacedor, el arquitecto y el filósofo:
Sangre, Verbo y copa del silencio,
Cenizas que no profanarán mis ojos.




POETA TELÚRICO

“Soy como el pulso del mundo.
Soy del silencio el sonido”
ANTONIO ESTEBAN AGÜERO

El Poeta que horada con los ojos
Y los labios la semilla,
La idea azul, voluble
En el espejo de los ríos
En la mirada del que sueña y abarca el universo
Con alfabetos de pájaros y trigo.

Aquel que enciende con mirar el fuego
Y toma con las manos el tibio llanto de la nube,
Y pasta con el rebaño de árboles y frutos
Sobre la verde comarca de algarrobos y molles,
Canciones para la voz humana perpetúa,
Y cosecha de la lluvia sus nostalgias
Y los pies descalzos de la niña
Y la boca enamorada con oficio de palabras
De nombrar desnuda el alma
Y ser sonido del silencio, tañido de campana.

Un hombre solo en la arborescencia del alba
Por los senderos que los pasos rumorosos
De la sombra de Virgilio transitaran.

Un Poeta que anima con su canto de boyero
El vuelo de la abeja
E inaugura la noche
Con la luz de las luciérnagas.



PALABRAS TORTURADAS

“a pesar del poeta torturando palabras”
TERESITA MORÁN DE VALCHEFF

Cuando el grotesco puñal de la noche
Desvele los ojos de la calle,
Cuando en la calle no haya nada
Ni nadie que la auxilie,
El grito morderá el cordón de la vereda,
Y los semáforos, como perros ateridos,
Lamerán sus heridas.

En mi boca las grietas del silencio,
La pollera del alba, un beso de moneda,
La endeble luna y torturadas palabras
Cayendo como gotas de lluvia:
Melodías que duermen en las sombras…

Sé que he muerto por respirar un sueño
Inalcanzable como toda luz fugaz, perpetua,
Que el viento guiará mis pasos
Y el blanco de la noche velará mis huesos.



VOZ SILENCIADA

(Para CLAUDIO AVALLE, cuentista y mejor amigo)

En la luna de mangas de camisa
El reloj acaba de romperse

Por los que faltan
Vacío y bisturí de boca.

Ventanas anchas
La calle silenciosa
Largo el camino.

Una sombra en el asfalto
Sepultando un grito:
¡Puño apretado de la noche!

El llanto es un cuchillo
Lo perfora todo.

Despertar ingenuo de palabras.

Ante su voz cuando vivía
La Muerte era nada.



ESCRITOS

“Poemas y cuentos para leer sin maquillaje”
CLARA CAVALLINI

Poner sobre la estufa los zapatos, las medias,
Las monedas y pantuflas, y olvidar en una silla
El cuerpo, la sombra y los silencios
Que habitarán mañana en sus cenizas.

Labios abiertos como una claraboya, como un sueño.
Páginas en un libro con rasguños de lluvia,
Y el gato ronronero en su atalaya
Mirando el ojo herido de la luna.
El piano que oye el murmullo del viento
Agitando las hojas contra el pecho.

Claridad y un llanto seco:
La rosa del funeral- corbatas en el olvido.
Maletas de un viaje por las habitaciones
De su máquina de escribir…

Ella ordena unos papeles, se va y pronto retorna
A los umbrales donde se cruzan sueño y vigilia:
Breves…perdurables instantes
Escritos en la noche…escritos en el día:
“Poemas y cuentos para leer sin maquillaje.”



DONDE ORILLA EL VIENTO
“sé que te debo un silencio
un compás de pie sobre setiembre”
JULIO CEJAS

Y la arboleda con sus cúspides
De ramas incendiadas
Al promediar el día en mis pupilas
El relicario de la luna
Que la noche guarda entre las sombras
El vals de lluvia
El canto de la alondra en la ventana
Y el poema que rompí
Porque llorabas…

A ti te debo
Esta pretensión de vuelo
Orillando el viento
En mi silencio.



PALABRAS MUERTAS

“la tumba donde yacen mis palabras”
LUIS O. RESSIA

Extenuadas por el uso
El desuso o el abuso
Contextualizadas
O descontextualizadas
Mis palabras
Murieron de tu boca
Fría piel desnuda
Sombra del silencio
En madrugada amarga

Serán cenizas
Mañana en la tumba
Cuando anochezca
O envejezca la ausencia
Y ya no duela…


HERÁCLITO, “EL OSCURO”
“Para estampar el rostro de una jaula de líneas”
PATRICIO TORNE

Insomne
Deletreo los pasos de la sombra
La geométrica hinchazón de sus arrugas
Hasta arrancarle boca y lágrimas
Al reflejo de la luna sobre el día…

Los oídos abren la jaula de mis ojos
Sobrios tu rostro
Y los latidos del silencio.

Y el agua fluctuante océano de líneas
Repite el concepto de la ausencia
Pero son otros los pies de sombra
Otras las arrugas la jaula del silencio
Y el frío de mis huesos en la tumba.



UN GRITO MUERTO

“Mi boca, un crespón de rosas deshojadas”
“Mi corazón, una silente espada ensangrentada”
“(…) sin sexo. / Con un hálito de vida.
No conoce otra historia que la nada”
AMELIA ARELLANO

Sin su madre va el hombre huérfano en la noche
a parir el canto que lo salve de la oquedad, el encierro
y el indómito lenguaje de la lluvia.

El pasado lo demora en los columpios de una plaza,
en la alcoba de la infancia,
donde abrigan los oídos del alma arrullos de campánulas;
pero se engaña al ver el vientre rugoso de la araña,
y sus pasos recorren otra vez el dolor en la mirada,
la marchita soledad del llanto sin paraguas,
el viento cruel a sus espaldas
y el ayuno prolongado en las ventanas del estómago.

Y la nada lo apuñala y lo devora con sus dientes de sombra
en la calle de lámparas ciegas…

La nada que le quita piel y sexo a su grito de niño
abandonado en el lodo, parido por un lobo,
una madre sin rostro, (“madrecloaca”),
que avergüenza y arrastra zapatos rotos,
ojos con candados, boca sin un beso
y la palabra amurallando los ecos del silencio;
la palabra como un grito de pájaro muerto.

POETAS UNIVERSALES

“No tenemos poetas enfermos, ni tampoco la enfermedad de la poesía.
(Puede ser que la locura, pero esto es diferente)”
MARÍA DELIA GATICA DE MONTIVEROS

Porque oigo el latido manifiesto
De palabras en el viento
Cabalgando sobre nubes
Ramas, acantilados
Y veo que navegan el insondable
Océano del silencio
Y luego vuelan presurosas
Como la abeja y la golondrina
Mitad alas, mitad sombras
Sus pasos en la boca y el eco de montañas
Su cuerpo una isla, un bálsamo
Que el enfermo corazón reclama
Poetas de mi tierra que es el mundo
He seguido sus mensajes errante, vagabundo
Sediento de su luz como los ciegos
Y su loco interminable rumbo
De grito inenarrable
Universal y sostenido por los siglos
Quebrantadas las ruinas del lenguaje.